Son conocidos por muchos nombres: “jumiles”, “chumiles”, “chahuis”, “chinche de mezquite” o “xamoes”. Tu llámalos como prefieras, lo importante es que los conozcas.

Algunos especialistas en demografía opinan que la humanidad pronto tendrá que aprender a comer insectos en grandes cantidades para poder hacer frente a la creciente demanda de alimentos de la población mundial. A los mexicanos se les haría más fácil esta adaptación porque ya tienen una amplia experiencia en la ingesta de deliciosos bichos de todas las clases.

En México hay más de 80 especies de escarabajos comestibles, los cuales se comen principalmente en estado larvario. Los más populares son los chahuis, llamados también xamoes, que crecen en los árboles de mezquite y en las plantas de frijol, por lo que también son llamadas chinches del mezquite.

Miden cerca de 6 cm y son recolectadas de los propios árboles. Durante la recolección emiten un líquido amarillento, fétido y amargo, por lo que hay que hervirlas para que sean agradables al paladar.

Las comen fritas con hierbas silvestres y en tostadas bañadas con salsa de venadita, un aderezo que lleva chile bandeño, ajo y xoconostle.

Aunque su aspecto pueda ser repulsivo, los insectos son, además de deliciosos, muy nutritivos. Son una fuente natural y barata de proteínas, con un valor nutrimental muy alto, pues contienen sales minerales, calcio, vitaminas del grupo B y magnesio.

Investigaciones contemporáneas confirman que el jumil posee propiedades analgésicas y anestésicas.

En la época prehispánica se recolectaban para la fiesta de muertos. Los mexicas iban en peregrinación al Cerro del Huixteco, en el municipio de Taxco, Guerrero, para subir al templo dedicado al jumil.

El jumil es un insecto volador; por lo mismo, su captura es complicada. La noche de domingo después del día de muertos, los insectos llegan al famoso cerro, donde hacen su arribo con un fuerte zumbido y, posteriormente, caen al suelo como pequeñas bolitas de madera para esconderse bajo las hojas. Al sentirse agredidos, los insectos expiden un fétido olor que aleja a su atacante. En otros casos, vuelan en conjunto y su captura se complica. Pero, al no ser insectos rastreros, su caminar es lento y esto permite atraparlos cuando aún se encuentran en el suelo.

Los jumiles pueden ser consumidos crudos e, incluso, vivos. Mientras los jumiles están vivos, poseen anestesia que adormece la lengua y el aparato digestivo, quitando el hambre. Las personas que acostumbran el consumo de estos insectos, lo hacen generalmente en una tortilla como taco o simplemente del piso a la boca, aunque, de este modo, el yodo que los insectos contienen es totalmente perceptible al paladar humano y, para algunos, desagradable. Otra forma de preparación es en salsa de jitomate asado o en guacamole.

Se dice que tienen muchas propiedades alimenticias, lo más común es incorporarlos, molidos, a una salsa molcajeteada, a la que le aportan muchos nutrientes y un sabor muy peculiar.

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